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¿Es aplicable la inteligencia artificial en el arte?

¿Es aplicable la inteligencia artificial en el arte?

Inteligencia artificial y arte son dos conceptos aparentemente in-miscibles. Tanto es así que en multitud de ocasiones se ha querido presentar al segundo como límite del primero. La capacidad para la creación artística se considera característica definitoria del ser humano, y no de una futura máquina inteligente.
Hoy por hoy, sin embargo, estamos cada vez más cerca de afirmar que quienes mantenían esa convicción estaban equivocados. Arte e IA representan mundos cada vez más cercanos y que, a la postre, se solapan con cada vez más frecuencia. Sigue leyendo y descubre con nosotros qué está ocurriendo.
Arte e Inteligencia artificial

¿Qué relación existe entre inteligencia artificial y arte?

Podemos definir inteligencia artificial como un conjunto de algoritmos diseñados con el propósito de concebir máquinas cuyas capacidades cognitivas sean similares a las de un ser humano. Y, ¿no entra la apreciación del arte dentro de esas capacidades?
Eso debieron de pensar los miembros del equipo de investigadores que recientemente ha diseñado y probado una inteligencia capaz de criticar obras pictóricas, catalogándolas en diferentes estilos y épocas con sorprendentes resultados. Resulta que algoritmos y arte no son tan difíciles de conjugar.
Pero eso no es todo. No hace mucho, el colectivo Obvius elaboró una serie de algoritmos mediante los cuales una IA con acceso a una base de datos de unos quince mil retratos clásicos elaboró un cuadro original: «Portrait d’Édouard Belamy». ¡Y este fue vendido en Christie’s por la friolera de cuatrocientos treinta y dos mil dólares! Lo cierto es que la línea entre lo que una máquina puede hacer y lo que no, se vuelve más y más difusa conforme se avanza en este fascinante campo.
Retrato realizado por una inteligencia artificial, vendido en 432.000 dólares.

¿Pueden arte e IA ir de la mano en un futuro?

Tras estos casos, quedan muchos interrogantes en el aire. Y es que, por ahora, todo lo que hemos visto son máquinas que analizan grandes cantidades de obras de un mismo tipo, extraen convenciones y reglas de ellas y en base a ello, juzgan en lo técnico e incluso elaboran piezas. Pero este maridaje entre algoritmos y arte no nos ha dado algo indispensable, y de lo que todavía parece que nos encontramos lejos.
No contamos con máquinas capaces de analizar las propias convenciones en las que se mueven para juzgar el arte, de elaborar un discurso crítico con respecto a ellas y, por supuesto, de transgredirlas buscando otras formas de expresión. En definitiva, carecemos aún de computadoras con la capacidad de evaluar las obras siguiendo criterios cualitativos, que sean capaces de experimentar y de plantear nuevos paradigmas de pensamiento, tanto en lo pictórico como en cualquier otro campo.
Y es en ese punto donde inteligencia artificial y arte parecen aún encontrarse muy lejos. Quizá cierta clase de razonamientos requieren de una cantidad de variables aún inmanejables por los algoritmos al uso. Quizá la IA que funciona en los sectores de la economía o las matemáticas no tiene un equivalente exacto en el campo del arte. Y quizá, solo quizá, aún estamos lejos de una inteligencia capaz de crear libremente.

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